Nació en una pequeña comunidad llamada Victórico Grajales, situada cerca de la frontera de Guatemala en el municipio de Palenque, Chiapas. Los habitantes se dedican fundamentalmente a cultivar el maíz, el frijol y la calabaza, que constituyen la dieta básica de todos los mexicanos. Estela llegó a Guadalajara para seguir estudiando, como otros miles de jóvenes que migran a las ciudades con el afán de ampliar sus horizontes. Estudió la licenciatura en Estudios Políticos y Gobierno por la Universidad de Guadalajara (UdeG). Descubrió que en los municipios de la zona conurbada viven muchos jóvenes procedentes, como ella, de comunidades indígenas, más de 60 000, según datos no actualizados del INEGI. Aparte de estudiar y trabajar, desarrolla una intensa actividad para hacer visibles a los indígenas en una población que parece no querer o no poder percibirlos. Con este fin fundaron una asociación llamada Jóvenes Indígenas Urbanos (JIU) en la que organizan numerosas actividades culturales destinadas a fomentar el diálogo y la integración en la vida de las ciudades o poblaciones menores, sin necesidad de perder su identidad, defendiendo sus derechos y luchando contra la discriminación. Ofrece cursos y talleres de lengua y cultura Lak ty´añ (Ch'ol) para dar a conocer algo de su riqueza cultural en la ciudad.
“Nos han dado la tierra” es un cuento que forma parte del libro El Llano en llamas, de Juan Rulfo, que devela con gran maestría el sentir del pueblo mexicano ante las injusticias y la desesperanza, de tal modo que no resulta extraña su capacidad de ser llevada al resto de las lenguas nacionales. La presente publicación, coordinada por José Luis Iturrioz Leza, nos ofrece la traducción del cuento...