A partir de la obra de tres narradores gráficos contemporáneos –Keiji Nakazama, Art Spiegelman y Joe Sacco–, Rafael Villegas reflexiona en torno a la representación del horror bélico en diversos lenguajes (cómic, cine, literatura); las nociones de postmemoria, autobiografía colaborativa y trauma, y la relación entre pasado y periodismo en la narrativa gráfica.Villegas repasa la discusiones actuales sobre la memoria y su vinculación con la historia, la conciencia y el género autobiográfico, en un contexto (segunda mitadl del siglo XX y principios del XXI) propicio para los discursos testimoniales y confesionales. El proceso de consolidación del testimonio fue de la mano con las nuevas nociones de sujeto, cuya autonomía, unidad y esencialidad se pusieron en duda. Villegas considera la Segunda Guerra Mundial como un momento de crisis no sólo social, sino cultural, que incidió en el orden de los discursos. La violencia sistematizada y concreta forzó a las sociedades de posguerra a articular nuevas formas de representación del horror. El cómic autobiográfico fue una de ellas.