Escribir en el momento actual, con la perspectiva de acercar su contenido al intento de reconocer, al menos de todo limitado, las contradicciones sociales desde las que se conforman el mundo, es un desafío que en las últimas décadas enfrenta dificultades que han impedido la conformación de una teoría de la práctica radical que, además, sea compartida colectivamente bajo un lenguaje común. Y una de las razones de dicha incapacidad puede estar asociada a la interiorización de las relaciones sociales imperantes, que tiene como resultado asumirse bajo una percepción de inferioridad. Al tal grado ha colonializado la sociedad alineada los modos de producción social de la existencia que la disposición a cambiar el estado de las cosas ya no se busca con la misma intensidad que en otros periodos históricos.Una de las expresiones más claras de este retroceso, en los sujetos a los que se les paga para pensar y opinar, es un proceso de colonización que produce una renuncia al pensar mismo que va acompañada, recientemente, de la precarización de las condiciones de sobreviviencia de una parte considerable de los académicos, periodistas, analistsas, etc. resultando, como dice Benjamin, en una "proletarización del intelectual", sin embargo, ésta no ha tenido como resultado un rechazo de las condiciones dominantes, sino la subordinación y defensa de éstas; de acuerdo con Benjamin: "la clase burguesa le ha dado al intelectual mediante la cultura un medio de producción que, a consecuencia del privilegio cultural, lo hace estrictamente solidario con ella".